miércoles, 1 de enero de 2020

Enero - 2020.




SITUAR A LA BIODIVERSIDAD EN EL CENTRO DEL DESARROLLO (KARIN KEMPER|11 DE DICIEMBRE DE 2019): Como parte del Programa de Gestión Sostenible de la Tierra financiado por el Banco Mundial, toda la comunidad, tanto hombres como mujeres, trabaja incansablemente para prevenir la erosión y la degradación del suelo plantando especies de árboles locales
Cuando las personas hablan de biodiversidad, suelen hacerlo desde la perspectiva de la conservación y la supervivencia de especies animales y vegetales. Pero el valor que se extrae de una biosfera saludable es mucho más que eso: la naturaleza proporciona de manera constante alimentos, agua, empleos y medios de subsistencia, y ayuda a regular el clima.
Además, sustenta todas las formas de vida y actividades económicas, pero está amenazada en muchos frentes. En nuestros océanos se sobreexplotan los recursos pesqueros y se registra un alto nivel de contaminación con plástico. Según las últimas evaluaciones científicas, 1 millón de especies de plantas y animales —de un total de 8 millones— están en peligro de extinción al cabo de unas décadas,  y la deforestación y la degradación del suelo han alcanzado niveles insólitos.
Como una de las principales entidades de financiamiento de la labor en el ámbito de la biodiversidad, el Banco Mundial trabaja estrechamente con los países, apoyando sus esfuerzos por conservar y gestionar mejor la biodiversidad de manera sostenible.  Los proyectos abarcan desde la integración de la gestión de las zonas costeras y las áreas protegidas en África occidental y la India a la inversión en el manejo de cuencas y prácticas forestales sostenibles en Etiopía y la detención de la matanza desenfrenada de vida silvestre que está provocando la desaparición de especies fundamentales. En 2019, la Asociación Internacional de Fomento (AIF) apoyó inversiones directas en biodiversidad por un valor de USD 619 millones, en el marco de una cartera multisectorial de USD 3300 millones que incluye el financiamiento de intervenciones en silvicultura, agricultura y medios de subsistencia sostenibles.
También trabaja con los países para generar ingresos a partir de la biodiversidad, ya sea mediante el pago de servicios ambientales que luego pueden ayudar a cubrir el costo de la gestión de la biodiversidad o a través del turismo sostenible.
Etiopía es un ejemplo de un país que se beneficia de los esfuerzos para afrontar la degradación del suelo y, al mismo tiempo, mejorar la biodiversidad.  Con el apoyo del Banco durante una década para el Proyecto de Gestión Sostenible de la Tierra, se administran ahora de manera sostenible aproximadamente 900 000 hectáreas de tierra, con lo que se beneficia a unos 2,5 millones de personas. Esta tarea ha permitido mejorar el acceso al agua, disminuir la erosión del suelo, aumentar la seguridad alimentaria, obtener mayores rendimientos y disponer de fuentes diversificadas de ingresos, todo lo que redunda en medios de subsistencia más resilientes. El proyecto mejoró también la seguridad de la tenencia de la tierra y casi medio millón de familias tienen ahora certificados de propiedad legales, incluidos 11 000 jóvenes sin tierra que recibieron estos documentos a cambio de restaurar terrenos comunales degradados. Dicha labor en el ámbito de la tenencia de la tierra es parte de un programa más amplio que ha facilitado la entrega de títulos de propiedad de la tierra a alrededor de 10 millones de familias, y que motiva a las personas a invertir para aumentar la productividad de la tierra y conservar el suelo y el agua, lo que a su vez resulta beneficioso para la biodiversidad.
El financiamiento de la AIF por un total de USD 600 millones respalda nuestros nuevos programas en Etiopía: el Programa por Resultados orientado a la acción climática mediante la gestión del paisaje (i) y el Proyecto de Medios de Subsistencia y Paisajes Resilientes. (i) En el marco del proyecto de paisajes resilientes, estamos identificando “puntos críticos” de biodiversidad, o sea zonas de alto valor de biodiversidad que están en peligro debido a la degradación del suelo y otros problemas. Apoyaremos al Gobierno en su labor con las comunidades para establecer los llamados corredores verdes: franjas de vegetación nativa continua que unirán bosques fragmentados y ayudarán a restaurar las cuencas en donde la biodiversidad pueda florecer. Los corredores también apoyarán medios de subsistencia, como la apicultura, una actividad floreciente en Etiopía.
Estamos utilizando un enfoque similar en otros países, además de trabajar con los Gobiernos para fortalecer las políticas y regulaciones que mejorarán, por ejemplo, la gestión forestal y prevendrán los delitos contra la vida silvestre mediante la creación de zonas protegidas. En cuanto a las medidas relacionadas con las políticas, también estamos tratando de asegurar que los países incluyan el valor del capital natural y los servicios de los ecosistemas en sus procesos de toma de decisiones y planificación. A través de nuestro Programa Mundial de Sostenibilidad, 18 países ya están utilizando la contabilidad del capital natural para respaldar las decisiones sobre políticas, yendo más allá del PIB  y poniendo al capital natural a la par de activos construidos, como la infraestructura y el capital financiero.
A nivel mundial, existe una oportunidad el año que viene para abordar la pérdida de biodiversidad cuando los países negocien un nuevo marco al respecto. Este se finalizará en octubre próximo durante la decimoquinta reunión de la Conferencia de las Partes (CP 15) del Convenio sobre la Diversidad Biológica (i) en Kunming, China. Un desafío clave en ese encuentro será acordar un nuevo conjunto de objetivos para reemplazar las Metas de Aichi para la Diversidad Biológica establecidas hace una década en Nagoya, Japón. Las Metas de Aichi, que vencen en 2019, no se han logrado aún y la comunidad mundial está trabajando para acordar un marco transformador sobre la biodiversidad mundial posterior a 2020.
En el periodo previo a la CP del Convenio sobre la Diversidad Biológica, el Banco Mundial respalda los debates con estudios que presentarán sólidos argumentos económicos para invertir en la naturaleza y mostrarán los impactos de la pérdida de los servicios ecosistémicos provistos por la naturaleza. En las investigaciones se analizarán también las políticas que podrían revertir esta pérdida, entre ellas la reducción de subsidios que provocan daños en vez de mejoras en la biodiversidad.


INVERTIR EN LOS REFUGIADOS Y EN QUIENES LOS RECIBEN: UN ENFOQUE DESDE LA PERSPECTIVA DEL DESARROLLO (AXEL VAN TROTSENBURG|18 DE DICIEMBRE DE 2019): Esta semana, en el Foro Mundial sobre los Refugiados se ha hecho hincapié en lo que los titulares de los medios del mundo a menudo no mencionan: que el 85 % de los refugiados son recibidos por países en desarrollo y que, luego de cinco años, las tres cuartas partes de los refugiados aún no han regresado a sus hogares.  Estos desplazamientos tan prolongados pueden ser devastadores.

Todos los refugiados, en especial las mujeres, quedan expuestos a niveles más altos de violencia y explotación. Los que buscan empleo a menudo encuentran pocas oportunidades y pueden verse obligados a trabajar de manera ilegal o en condiciones peligrosas. Una “generación perdida” de niños refugiados tal vez no llegue a disfrutar de buena salud, educación y una infancia estable, y contará con escasas habilidades productivas y perspectivas laborales.
El acceso a puestos de trabajo, oportunidades y servicios de salud y educación a largo plazo para los refugiados son algunas de las razones por las que nuestros accionistas están pidiendo al Banco Mundial que se involucre más activamente a la hora de abordar el desplazamiento forzado.  Ellos reconocen que las inversiones en el ámbito del desarrollo pueden realizarse con un enfoque a largo plazo y servir de complemento a las respuestas humanitarias inmediatas que se ponen en marcha frente a las crisis, con lo que contribuyen a reducir el impacto perjudicial del desplazamiento prolongado. Por otro lado, este planteamiento se corresponde también con las necesidades de las comunidades receptoras de los países en desarrollo, muchas de las cuales piden que se apliquen enfoques integrales que tengan en cuenta sus propias necesidades, además de las de los refugiados.
Por lo tanto, hace varios años que el Banco Mundial viene incrementando su apoyo a los refugiados y a las comunidades receptoras en respuesta a la creciente crisis mundial relacionada con el desplazamiento forzado. En el Foro Mundial sobre los Refugiados anuncié que, como parte de la decimonovena reposición de los recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF-19), en el curso de los próximos tres años se destinarán USD 2200 millones a un mecanismo para los refugiados y las comunidades receptoras, lo que constituye un nuevo incremento respecto de los USD 2000 millones asignados durante el ciclo anterior.
Si bien dicho mecanismo constituye la principal fuente de financiamiento para los refugiados y las comunidades receptoras en la AIF, se ve complementado por hasta USD 1000 millones provenientes de otros recursos de la institución, como la asignación destinada al mecanismo específico para países afectados por situaciones de FCV, que se duplicó al aumentar a USD 14 000 millones en el marco de la AIF-18. De cara al futuro, en el nuevo paquete de la AIF-19 se incrementa esta asignación a USD 18 700 millones en apoyo a los países afectados por situaciones de FCV. También se espera que estos países reciban gran parte de los fondos de un nuevo mecanismo de financiamiento de USD 2500 millones para impulsar al sector privado y generar empleo.
Asimismo, el Servicio Mundial de Financiamiento en Condiciones Concesionarias del Banco Mundial, que proporciona financiamiento en condiciones sumamente favorables a los países de ingreso mediano que reciben una gran cantidad de refugiados, también ha incrementado su volumen de financiamiento. Durante el mismo período, las donaciones realizadas a países de ingreso mediano se han duplicado al pasar de USD 160 millones a USD 320 millones.
Además de ayudar a los refugiados y las comunidades receptoras en forma directa, al abordar los factores subyacentes de las situaciones de fragilidad y conflicto, el Banco Mundial busca reducir los factores que pueden obligar a las personas a huir de sus hogares. Con el paquete de la AIF-19 se abordarán varias esferas que revisten importancia crítica a largo plazo, a saber:
Educación: porque la mitad de los refugiados son niños, queremos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para evitar una generación perdida.
Puestos de trabajo: porque son clave para la autonomía y la dignidad tanto de las comunidades receptoras como de los refugiados, que suelen vivir en regiones rezagadas.
Género: debido a la terrible experiencia por la que están atravesando varias mujeres y niñas refugiadas.
Prevención y preparación: porque debemos reducir estas crisis y enfrentarlas de forma más adecuada.
Datos y evidencias: porque con ellos se ayuda a garantizar que nuestras intervenciones lleguen a las personas indicadas y generen los resultados previstos. Por ejemplo, para medir mejor el impacto de los flujos de refugiados en quienes los reciben y orientar nuestras respuestas, hemos establecido el Centro de Datos Conjuntos sobre Desplazamiento Forzado con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
Esta ampliación del enfoque refleja nuestro compromiso de asumir la responsabilidad compartida, cerciorándonos de hacer lo que nos corresponde para satisfacer las necesidades a más largo plazo de los refugiados. También muestra un reconocimiento más general dentro del Banco Mundial de que nuestra misión de poner fin a la pobreza extrema nos llevará a implementar un mayor número de operaciones en entornos de FCV: es probable que para 2030 casi la mitad de las personas extremadamente pobres de todo el mundo vivan en estados frágiles, y nuestro financiamiento seguirá a esas personas.
El Banco Mundial ha comenzado a adoptar una actitud más activa para brindar apoyo a los refugiados y las comunidades receptoras como parte de su misión de desarrollo.  Hemos evolucionado para poder abordar los conflictos y la fragilidad antes, durante y después de las crisis y garantizar el apoyo a los más pobres y vulnerables, y su inclusión. Además, nuestro apoyo está diseñado para complementar los esfuerzos humanitarios y hacer frente a las dimensiones económicas y sociales a mediano plazo de la crisis.


LA OLEADA MUNDIAL DE ENDEUDAMIENTO ES LA MAS GRANDE Y MAS RAPIDA EN 50 AŇOS (CIUDAD DE WASHINGTON, 19 DE DICIEMBRE 20019): La deuda de las economías emergentes y en desarrollo alcanzó la cifra récord de USD 55 billones en 2018, lo que marcó un período de ocho años de incremento, el más grande, rápido y generalizado en casi cinco décadas, según un nuevo estudio del Grupo Banco Mundial que insta a las autoridades a actuar sin pérdida de tiempo para fortalecer sus respectivas políticas económicas y reducir la vulnerabilidad ante las perturbaciones financieras.
El análisis se presenta en Global Waves of Debt (Oleadas mundiales de deuda) (i), estudio completo de los cuatro principales episodios de acumulación de deuda que se produjeron en más de 100 países desde 1970. En él se llegó a la conclusión de que la relación entre deuda y PIB de los países en desarrollo ha aumentado 54 puntos porcentuales hasta llegar al 168  % desde que la deuda comenzó a acumularse en 2010. En promedio, esa relación se ha incrementado en unos siete puntos porcentuales por año, es decir, con una rapidez que casi triplica la que se registró durante la crisis de la deuda de América Latina en la década de 1970. Además, el aumento ha tenido una base excepcionalmente amplia, ya que se ha observado tanto en la deuda pública como en la privada y prácticamente en todas las regiones del mundo.
“La dimensión, la velocidad y la amplitud de la última ola de deuda deberían despertar preocupación en todos nosotros”, dijo David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial. “Esto pone de relieve los motivos por los cuales la gestión de la deuda y su transparencia deben revestir el máximo grado de prioridad para las autoridades responsables, a fin de que estas puedan incrementar el crecimiento y la inversión y asegurarse de que la deuda que contraen contribuya a lograr mejores resultados de desarrollo para la población”.
De acuerdo con el informe, la prevalencia de tasas de interés históricamente bajas en el mundo mitiga el riesgo de crisis por el momento. No obstante, el registro de los últimos 50 años pone de relieve los peligros: desde 1970, alrededor de la mitad de los 521 episodios de rápido crecimiento de la deuda en los países en desarrollo ha ido acompañada de crisis financieras que debilitaron considerablemente el ingreso per cápita y la inversión.
“La historia muestra que los grandes aumentos de deuda suelen coincidir con crisis financieras en los países en desarrollo, con un elevado costo para la población”, señaló Ceyla Pazarbasioglu, vicepresidenta de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones, del Grupo Banco Mundial. “Las autoridades deberían actuar sin demora para reforzar la sostenibilidad de la deuda y reducir la exposición a las perturbaciones económicas”. 
En el análisis se determinó que esta última oleada difiere de las tres anteriores en diversos aspectos: implica la acumulación simultánea de deuda tanto pública como privada, y la presencia de nuevos tipos de acreedores, y no se limita a una o dos regiones. Parte del incremento de la deuda ha sido impulsado por China, donde la relación entre deuda y PIB ha aumentado 72 puntos hasta situarse en el 255 % desde 2010. Sin embargo, la deuda es notablemente más elevada en los países en desarrollo aun si se excluye a China del análisis: entre las economías emergentes y en desarrollo, duplica el nivel nominal registrado en 2007.
Esas características plantean dificultades que las autoridades no habían tenido que afrontar antes. Por ejemplo, en la actualidad el 50 % de la deuda pública de las economías emergentes y en desarrollo está en manos de inversionistas no residentes, porcentaje considerablemente mayor que en 2010. Para los países de ingreso bajo, gran parte de esa deuda se ha contraído en condiciones no concesionarias y por fuera del marco de resolución del Club de París. 
Vistas las circunstancias, las autoridades deberían elaborar mecanismos para facilitar la resolución de la deuda cuando sea necesario, según el informe. Una mayor transparencia también sería de gran ayuda.


HUMOR







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